lunes, 17 de agosto de 2009

Eloy alfaro y su relacion con Cuba

La independencia de Cuba del poder Español y el conflicto anglo venezolano de la Guayana esequiba son dos transcendentales problemas que el general Eloy Alfaro se propone solucionar en el congreso internacional de México, merced a la inquietud surgida en su espíritu en su largo peregrinaje de exilio por el continente, palpando doloroso drama latinoamericano, y comprendiendo en obedecimiento al mandato de bolívar, recién independizada debía hacer integrante libre y solidaria para resistir los embates del imperialismo extranjero.

El general Eloy Alfaro había seguido angustiado, con su visión de estadista, la lucha de los héroes cubanos, José Martín, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Rafael García merchán, Miguel Alburquerque y otros, para librarse del sangriento yugo titánico de España.

Con el general Antonio Maceo y José Martín, había discutida Alfaro anteriormente en Costa Rica, sobre la situación y el porvenir político de Cuba, exponiéndoles un plan para acelerar la emancipación de la isla, con la acción armada de líderes colombianos y nicaragüense. El proyecto no convenció a Martin que tenia seguridad del triunfo de la causa liberadora de su país obtendría antes de los principios de la revolución liberal del Ecuador.

El General Alfaro, no obstante, había persistido a pesar del olvido del mencionado plan, en sus afanes de liberar a Cuba sojuzgada.

Los hechos confirmaron las presunciones de José Martín. Desde el 24 de febrero de 1895, se produjo la revolución de Cuba. Luego, en el Ecuador, cumpliéndose, también, los cálculos del general Alfaro, sobre la posibilidad de que la campaña liberadora del liberalismo durase menos y se encontrarse en aptitud de ayudar a la causa Cubana.

El Apóstol Martin, muere en el campo de dos ríos, mientras Maceo y Máximo Gomes realizan la invasión del país.

El General Alfaro permanece, mientras tanto, alerta al desarrollo de acontecimiento y no abandona su obsesionante idea de la independencia de la isla. Se halla en permanente contacto con Miguel Alburquerque, radicado en Guayaquil, con quien discute la suerte de Cuba.

El General Alfaro, piensa, nuevamente, en enviar a la isla luchadores del continente que pueden ser, ahora, sus propios compatriotas.

Hombre de acción, imparte instrucciones al coronel ecuatoriano, León Valle Franco, para organizar, de inmediato una expedición guerrera con destino a Cuba, sin preocuparle las dificultades del transporte de tropas y pertrechos de las costas del Océano Pacífico a las aguas del Caribe. Lamentablemente, el gobierno de Colombia no autorizo el paso por el istmo de Panamá y la grandiosa idea es frustrante, aunque queda enhiesta su determinación de seguir luchando por la emancipación de Cuba, que la considera la emancipación de América toda y su luminosa siembra –con el apoyo de un ejército continental, primero, y ecuatoriano, después, inspirado en el ejercito confederado de la convención de contingentes del congreso de Panamá-, de la simiente que actualmente fructifica en la Junta Internacional de Defensa, o Estado Mayor Interamericano de la Organización de Estados Americanos (O. E. A.), que tiene como propósito la coordinación de las medidas de defensa colectiva del Continente Americano y el establecimiento de las más amplias bases para la cooperación militar interamericana, ante las situaciones de peligro que pueda presentarse.

Antes, la Conferencia Internacional, sobre Problemas de Guerra y de Paz, que se celebro en México, en 1945, y el tratado de asistencia reciproca de Rio de Janeiro, suscrito en 1947, crearon procedimientos de defensa colectiva por parte de todas las repúblicas americanas, en caso de agresión armada de cualquier acto que pusiera en peligro la paz y la seguridad de una de ellas, cualquiera que fuese al agresor.

El 19 de diciembre de 1895, siete días antes de que la Cancillería del Ecuador convoque al Congreso Internacional de México, el General Eloy Alfaro, se dirige desde Guayaquil ,sede accidental de su revolucionario gobierno triunfante, en supremo gesto y planificada acción diplomática, a su Majestad la Reina María Cristina Regente de España, pidiéndole con altivez, la independencia de Cuba, en celebre documentos en que revela su fervor americanista y su sagaz y practica comprensión de la comunidad Internacional, que debe primar entre los pueblos de una misma raza, cuyo texto es el siguiente:

“El jefe Supremo de la República del Ecuador a su Majestad la Reina María Cristina, Regente de España.- Madrid.

Majestad:

El pueblo del Ecuador que en un tiempo formo parte de la monarquía española a la cual lo liga los vínculos de la amistad, de la sangre, del idiota y de las tradiciones, se siente conmovido en presencia de la cruenta y aniquiladora lucha que sostienen, Cuba por su emancipación política y la Madre Patria, por su integridad. Mi gobierno, ciñéndose a las leyes internacionales, guardara la neutralidad que ellas prescriben; pero no se puede hacer el sordo al clamor de este pueblo anhelado de la terminación de la lucha; y debido a esto me hago el honor de dirigirme a V.M. como lo haría el hijo emancipado a la madre cariñosa, interponiendo los buenos oficios de la amistad, para que Vuestra Majestad, en su sabiduría y guiada por sus humanitarios y nobles sentimientos, en cuanto de V.M. dependa ,no excuse la adopción de los medios decorosos que devuelvan la paz a España y Cuba.

Nuestra historia recuerda que durante quince largos años lidio Colombia por su independencia y la conquista a costa de más de doscientas mil vidas, de la casi total extinción de su riqueza pública y privada y de un legado en deuda flotante de doscientos millones de pesos; y ha sido preciso el decurso del tiempo para que las antiguas colonias, ya constituidas en naciones autónomas, reanudasen oficialmente, con la Madre Patria, los lazos de amistad.

España perdió casi todo su comercio con América; no obstante que a raíz de obtenida la independencia, Colombia permitió las admisión de la bandera española en sus puertos y que los españoles eran acogidos en ellos como hermanos.

Tan grandes males se habrían evitado, a mi ver, si España no hubiera desoído el prudente consejo que en tiempo oportuno dio el gabinete británico, consiente en que ajustase la paz con sus colonias, reconociendo su independencia con la reserva establecida en solemne convenio, entonces aun posible, de ventajas especiales para su bandera.

No se habrían desviado la corriente de su comercio de esta parte del mundo y la comunión entre ambos pueblos no habría tenido solución de continuidad V. M. sabe que fue solo bajo el reinado del augusto esposo de V.M. don Alfonso XIII, de la gloriosa memoria, cuando definitivamente las relaciones oficiales entre España y sus hijos vinieron a ser cordiales.

Parece cuerdo acatar las enseñanzas de la experiencia y el consejo del gabinete británico, dado en caso análogo en la época a que me he referido; así España pondrá a cubiertos sus intereses y habrá hecho justicia a las aspiraciones de Cuba sin mengua de su decoro.

Ruego a V.M. que acoja esta carta como una prueba de la leal amistad que el Ecuador profesa a España, puesto que solo un sentimiento elevado me mueve a dirigirme como me guía también un sincero deseo de que se acreciente la gloria del trono que con tanta prudencia como sabiduría ocupa V.M. en nombre y representación de su augusto hijo de Alfonso XIII a quien Dios guarde.

El Gobierno de la Madre Patria fue indiferente a la solida y concluyente argumentación de Alfaro, expuesta en su singular misiva. La Reina guardo silencio y su Primer Ministro Antonio Cánovas del Castillo, que expreso: “que el documento no debía ser tomado en consideración”, fue el sustentador de su negativa e insensible posición.

No cabe duda que el Ministro de Cánovas, hizo desaparecer el documento que nunca se encontró en el Archivo de España, cuyo Jefe Narciso J. de Liñán y Heredia, en carta dirigida el 16 de enero de 1929 a José María Chacón y Calero, según relata el doctor Emeterio Santovenia en su obra “Alfaro y Cuba”, manifestó que “Rebuscando el archivo no aparece absolutamente nada referente a la carta del señor Alfaro, abogando por la independencia de Cuba en 1895, no obstante haber repasado minuciosamente el Índice y Legajo de Política”

No fue esta la primera ocasión que Cánovas del Castillo, mostro su indiferencia y su soberbia, incompatibles con los más elementales cánones de la cortesía internacional que deben caracterizar a los representantes de las naciones civilizadas, pues, en caso análogo, al ofrecer a España el Secretario de Estado de los Estados Unidos Ricardo Olney, a nombre del Presidente Grover Cleveland, los buenos oficios de esa Nación, en nota del Presidente Grover Cleveland, los buenos oficios de esa Nación, en nota del 4 de abril de 1896, para la planificación de Cuba, oculto el Primer Ministro Cánovas el documento, para revelarlo solamente, en el mes posterior de mayo, en inexplicable actitud que se conceptuó, según la afirmación del Conde Romanones, “como su mayor responsabilidad ante la historia”.

Apenas, breves comentarios de la prensa española se refirieron a las actitudes adoptadas por el cónsul y vice-cónsul del Ecuador Luis Moreno Villafranca, y, Gabriel Sánchez A. Gasce, en la capital hispana, que manifestaron en “El Heraldo” de Madrid, que presentarían sus renunciase de confirmarse las noticias del requerimiento amistoso del General Eloy Alfaro, elevado a la expugnable trono español, del cual no les había dado ninguna información en el Ministerio de Estado.

El Ecuador había salvado la dignidad de América y su insignia mandatario proclamado, con su decisión, el empeño de los dirigentes de la revolución cubana, y obtener que la lucha por la independencia de su patria considerada por las demás naciones del nuevo mundo con asusto de interés americano.

Lamentablemente, el prócer ecuatoriano quedo decepcionado al constatar ante el desdéñoso plante monárquico, que la adhesión que trato de promover por la noble causa ante los Presidentes del Perú, Colombia y Venezuela, tampoco tuvo ningún resultado. Y la tragedia de un pueblo de América, terminado por una nación europea, se hace mas patética y desconsoladora con la indiferencia de los hermanos de raza que lo abandonan a su propio infortuno.

El General Alfaro, recibe entonces voces de reconocimiento y gratitud de los patriotas cubanos, Mayor General Antonio Maceo, Enrique Trujillo y Raphael María Merchán.

Maceo, le dirige desde Tapia con ese occidente de la isla el 12 de Junio de 1896, significativa nota, expresándole, que: ‘’por la prensa española ha salido la parte que a Ud. en cumplimiento de lo que un día me ofreció a tomado en pro de la causa cubana. Reciba por tan señalada prueba de amistad y de consecuencia, mis más expresivas gracias y la de este ejército. Nuestros triunfos se suceden días tras días, haciéndome concebir las más halagüeñas esperanzas, dando que juzgo hemos entrado en el periodo final de campaña. Tomando nota de los compatriotas residentes en el extranjero recibió noticias del sr Miguel Alburquerque que reside en Guayaquil, y los mejores informes relativo a su persona. Deseo, pues que Ud. extienda su brazo protector en serbio en nuestra obra política y le ayude en cuanto para este objeto necesite. ’’

Enrique Trujillo manifestó, a su turno, que : ” los cubanos hemos de vivir agradecidos y confinar caracteres imborrables en vuestra historia el acto generoso ilustre del General Alfaro. ”

Igualmente, José María Merchán, le escribió desde Bogotá, el 19 de Febrero de 1896, que “si no fuera titulo suficiente para dirigirme a Ud. el recuerdo gratísimo de aquellos meses de 1880, en que redactaba yo La Estrella de Panamá” , y en que ud. ayudándome, bondadosamente, desde las ocho de la mañana hasta la cinco de la tarde me hablaba de sus esperanzas y sufrimientos de patriota, y me iniciaba en los pormenores de las luchas de su querido Ecuador; si eso no fuera suficiente, repito, los seria mi carácter de cubano, para dirigiré a Ud. en esta carta debida expresión de mi profundo reconocimiento por su Mensaje a la Reina de España, sobre la independencia de Cuba. Lo leí en ese mismo periódico que ara Ud. y para mi forma parte del pasado, de lo mejor de nuestro pasado, y, obtuve sin trabajo, con facilidad suma, que “El Derecho”, y, “El Correo Nacional”, de esta ciudad, encanalaran con él sus columnas si yo no lo conociera a Ud., mi buen Alfaro descubriría toda su alma en todas esas magnificas líneas, que sería unos de los mejores derechos, y tiene Ud. muchos con que pasar a la inmortalidad con unos de los americanos más ilustres, y más dignos de veneración.

El General Alfaro respondió a Merchán con su característica sencillez: en el mensaje dirijio a España, he cumplido con un deber de americanismo. Deploro sí, que una nación débil como el ecuador no pueda hacer oír con la eficiencia que requiere el caso.

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